los arcoiris
El arcoíris es una de los fenómenos más bonitos de la naturaleza que rápidamente capta la atención de todos, con su bonito abanico de colores circulares en forma de arco, como si fueran una puerta de entrada al paraíso. Los arcoíris han sido siempre motivo de inspiración para muchos artistas y escritores durante varios siglos, como parte de cuadros, novelas y mundos de fantasía o ficción, además de ser recurrentes en los dibujos y cuentos para los más pequeños. ¿Pero por qué se forma y cuáles son las causas de que tengan esos atractivos colores? A continuación te contamos toda la ciencia que hay detrás de ello.
¿Qué es el arcoíris?
El arcoíris es una ilusión óptica, que no existe físicamente en un punto específico del cielo, sino que es causada por el reflejo y dispersión de la luz, a través de las gotas de la lluvia, formando un arco circular con los colores primarios de los rayos de sol. Su apariencia depende de donde nos encontremos y con qué grado e intensidad se refleje la luz sobre la lluvia. Por tanto, puede ser que un arco iris sea visible para una persona en un determinado punto y que otra persona desde otro punto, o posición respecto a la lluvia o al sol, no lo pueda ver.
¿Cómo se crea?
Como todos sabemos, y se puede demostrar fácilmente con un prisma, la luz contiene diferentes colores empezando por el rojo, naranja, amarillo, verde, azul, azul oscuro y violeta, y las gotas de agua se encargan de actuar como múltiples pequeños prismas que separan dichos colores.
La trayectoria de los rayos solares es desviada a través del agua como si fuera un reflector, emitiendo sus colores en diferentes ángulos para mostrar ese arco. Cada uno de estos colores, sale desviado por el reflejo en un ángulo distinto según su frecuencia, creando así esa banda circular donde se agrupan los múltiples reflejos de muchas gotas de agua, con los colores perfectamente ordenados.
¿Condiciones perfectas para ver el arcoíris?
Para poder observar el arcoíris, la persona tiene que estar situado entre el sol a sus espaldas y la lluvia en frente de ella, mientras observa desde un ángulo de 42 grados, como cae una cortina de agua con gotas más o menos esféricas y la intensidad es uniforme. Es por ese motivo que cuando nos encontramos directamente bajo la lluvia es más complicado ver el arcoíris, y se hace bastante más visible una vez la lluvia se aleja de nosotros. Por tanto, para poder ver el arcoíris, la lluvia no puede ser una tormenta torrencial, ni ser dispersada por ráfagas de viento.
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